Cinco años después de Fukushima; ¿qué hemos aprendido?

Esta semana se cumplieron cinco años del accidente de Fukushima. Todo empezó el 11 de marzo de 2011 cuando un terremoto vapuleó el este de Japón y desencadenó un tsunami, que acabó destrozando el sistema de refrigeración y alimentación eléctrica de la central y provocando que el reactor se fundiese. Aparentemente una desgracia, pero la realidad es que los propietarios de la central sabían desde hacía años que esto podía llegar a pasar, y por ello han sido acusados por la Fiscalía la semana pasada.

Hoy, cinco años después, la situación del reactor sigue sin poder controlarse y las heridas en el medio ambiente, la salud pública y el tejido social son profundas. 100.000 personas siguen desplazadas, 13.000 km2 de tierra en la prefectura de Fukushima permanecen contaminadas y las afecciones a la salud de las víctimas comienzan a dar la cara con incrementos notables en las tasas de cáncer de tiroides entre la población afectada.

Y en España, ¿es que no hemos aprendido nada del desastre? Contamos con un parque nuclear envejecido, siendo la central de Garoña la más vieja de España y la UE, con 45 años de vida útil. Las licencias de explotación de las centrales que están en funcionamiento caducarán en los próximos años, antes de 2024.

Cuando este momento llegue, todas estarán próximas a los 40 años de vida operativa. Sin embargo, lejos de prepararse para el desmantelamiento de nuestro parque nuclear, el organismo encargado de la seguridad nuclear en España trabaja para procurar su continuidad y dar una inédita licencia de reapertura a Garoña que le permitiría operar hasta los 60 años. Si se aprobase, sentaría un precedente en España que afectaría a todo el parque nuclear. Al mismo tiempo, el Gobierno del PP en funciones trata de acelerar el proceso de renovación de Garoña, desoyendo a la mayoría del Parlamento que le pidió formalmente que detuviera el proceso hasta que se formase el nuevo Gobierno.

La energía nuclear no es segura, es innecesaria y, además sale cara. Un accidente nuclear significativo ocurre cada 10-12 años en el mundo (Three Mile Island, Chernóbil, Fukushima Daichi), por no hablar de que los escapes y accidentes se producen mucho más frecuentemente, como el accidente de 1989 en Vandellos I (Tarragona). La energía nuclear aporta solamente el 4,5% de las necesidades energéticas mundiales y solo ha sido capaz de sobrevivir en países donde ha contado con fuertes subsidios estatales y con apoyo político cuando surgían problemas financieros.

Tras el accidente de Fukushima, el Gobierno japonés fue apagando los 54 reactores nucleares que tenía funcionando en 2011, hasta el apagón final en 2012. Actualmente, solo ha reiniciado 2 de ellos, el resto siguen apagados o han sido clausurados definitivamente. Además, hasta la fecha ha aprobado la instalación de 85.500 megavatios.

En España no deberíamos esperar a que ocurra un accidente nuclear. El próximo Gobierno debería actuar de forma responsable y establecer un calendario de cierre para no dar nuevas licencias a las centrales nucleares, empezando inmediatamente por Garoña, la más vieja y peligrosa, y tomar las medidas necesarias para hacer posible un sistema energético 100% renovable. Prolongar la vida de las centrales nucleares sólo favorece a los intereses de las eléctricas.

No podemos permitir que la historia se repita. El sentido común y el respeto a los derechos humanos ha de imperar aquí y al otro lado del mundo ¡Nucleares no, ni aquí ni allí!

(Por Celia del Campo, Greenpeace España)

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